Todos miraban a la entrada de la cueva como si esperaran un gran acontecimiento. Los ancianos contaban que la caverna era húmeda oscura, y que en la parte más ancha y alta cabía de pie toda la tribu. Al oír esto, los niños más traviesos empezaron a arrastrarse por los guijarros de la puerta dispuesta a entrar. La voz fuerte de un guerrero los detuvo: _!Atrás¡ ¡Está prohibido ingresar en ese lugar hasta que el pintor termino su obra ¡ Y es que, desde varios meses antes, un hombre delgado y poco hablador pasaba todo el día en aquel misterioso lugar, acompañado solo de dos ayudantes: uno que les alumbraban con antorchas de sebo y otro que le acercaba dos bolsas de piel de oso, en la que llevada polvo de colores. Nadie sabía lo que aquel personaje Asia en el interior. Pero todos pensaban que era muy importante para la tribu. Cuando el sol se ocultó, el jefe ordeno descuartizar en enormes bisontes rojo que había cazado la víspera. Luego colocaron dos horquillas de haya sob
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